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jueves 1 de agosto, 2024

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Chocolate, Patrimonio Cultural Inmaterial y Sostenible

Entrevistamos a Helen López, mejor conocida como Helen Chocolate, Conferencista sobre chocolate en foros en Ecuador, Venezuela, Estados Unidos, España y Brasil, española por adopción y nieta de cacaoteros de Río Caribe, Venezuela y una de las voces más acreditadas del mundo del cacao y chocolate.

El Chocolate como la dieta mediterránea, puede ser reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de los países productores y quizás pueda cambiar el futuro de familias y países, que avancen en la sostenibilidad de sus entornos, sus economías y su futuro.

El “Alimento de los dioses”, parece que puede ser la respuesta a muchas de nuestras preguntas:

Chocolate y sostenibilidad, ¿es posible para el tercer mundo?

No es sólo posible sino necesario incluso urgente. En muchos países de África la producción de cacao no es sostenible, la explotación del suelo de manera intensiva y sin prácticas respetuosas ni con el medio ambiente ni con sus trabajadores hará que en muy poco tiempo este cultivo no pueda ser su sustento. El daño que se está generando en el medio ambiente y en la vida de las personas es enorme por lo que urge que se coloquen los ojos sobre este tema.

Para esto es que necesitamos que la UNESCO. Considero el chocolate Patrimonio de la Humanidad para que tantas culturas que tienen el cultivo de cacao como su única fuente de ingresos mejoren su calidad de vida y el ecosistema sea lo menos afectado negativamente. 

En el caso de América Latina lo urgente tiene que ver con la posibilidad de que las poblaciones vuelvan a no sólo cultiva cacao sino cultivos que puedan ayudar a mantenerse en los tiempos entre cosecha. En algunos países de esa región sólo hay una cosecha al año y esto los deja sin ingresos durante muchos meses. Es cierto que el monocultivo genera riqueza en el caso del cacao hemos visto que en algunos países es más sencillo el asentamiento de las poblaciones cuando pueden conseguir otras fuentes de ingresos.

Queremos además que más mujeres puedan ser dueñas y gerentes de sus tierras, hay casos importantes de emprendimiento femenino en cacao en Ecuador y Perú pero quisiéramos que haya cada vez más. Hasta ahora la mujer se queda en el trabajo de recolección y selección pero queremos que sean empresarias y si es posible puedan intervenir en la postcosecha y hasta en la transformación del grano en chocolate. Los estudios demuestran que mientras más mujeres son dueñas de sus negocios hay una menos deserción escolar, las familias se fortalecen y se rompe poco a poco el ciclo de la pobreza. 

¿Cómo pueden beneficiarse los pequeños países productores?

Los pequeños productores han hecho bien en tratar de mejorar sus prácticas postcosechas, esto ha hecho que su cacao salga del mercado «corriente» o «bulk» y entre en el mercado del cacao fino o «de especialidad». Este es el cacao con el que quieren trabajar la mayoría de los chocolateros del mundo: el que les garantiza trazabilidad y además, un mejor sabor. Ademas el origen vuelve a ser importante cuando hablamos de un alimento. Si bien durante años vimos empaques de chocolates lleno de praderas y campos en Suiza, incluso con leche cayendo ahora el chocolate ahora un chocolate fino es aquel que informa sobre el origen de su cacao.

En el empaque de una barra de chocolate mientras más precisa la información resulta más relevante, hemos pasado de hablar de «Cacao de México» a decir: «Este lote de cacao se produjo en la Finca La Rioja; en la región de Chiapas, México por José María Pascacio en el año 2020 y si podemos agregamos que este lote de cacao se ganó un Cocoa of Excellence que es el reconocimiento más importante de cacaos del mundo». Nunca antes los productores de cacao habían sido tan visibles y reconocidos. Para los que trabajamos en esta industria es un motivo de orgullo lo que hemos logrado: que por ejemplo en Salon du Chocolate de París esté al lado de un chocolatero el producto del cacao con el que trabaja. Pero eso sólo ocurre en el chocolate fino, aún falta que la gran industria garantice la misma transparencia. 

El cacao fino ha entrado en lo que consideramos «cultivo de alto valor», el kilo de un cacao de una finca única puede rondar los 15 kilos en destino, mientras el cacao corriente tiene un precio de un euro o dos el kilo. Entonces, los que defendemos que se consuman chocolate fino estamos cuidando las pequeñas haciendas de cacao, animándoles a que mejoren sus prácticas de cosecha pero sobretodo; haciéndolos protagonistas de esta historia. He estado en fábricas de chocolates en Europa y cuando veo un saco de cacao de la Hacienda de un cácaocultor que conozco lo primero que hago es hacerle una foto y enviársela. Este gestos es de los reconocimientos más importantes que un productor puede recibir: en el fondo es la prueba de que el resultado de su trabajo ha viajado cientos de kilómetros para terminar en un alimento cuya única función es hacer feliz a la gente. 


¿Cómo han de gestionarlo las comunidades y los pequeños agricultores para que aporten a los ODS. y los gobiernos?

El tema político es de los más complejos, vemos países en el que la producción agrícola está completamente controlado por sus gobiernos. Esto hace que el precio se haga en una moneda local y a pesar de que el productor sepa el precio internacional está obligado a venderlo a intermediarios controlados por sus gobiernos. Esto repercute no sólo en su calidad de vida sino en la calidad del grano, entonces, estás prácticas deben ser al menos discutidas por instituciones internacionales. 

Estos problemas no son nada nuevos, de hecho, es habitual hablar de «los eternos problemas del cacao». Son tantos años arrastrando este tipo de iniquidades e injusticias que recientemente se habla que lo más efectivo para eliminar esta prácticas será un «boicot» por parte el consumidor. Que un chocolate que no sea transparente nadie lo compre. Si bien llevamos años trabajando para aumentar el consumo a veces es tan triste lo que ocurre en el campo (inseguridad, esclavitud, trabajos forzados) que hablamos sobre una hipotética posibilidad de «boicot». 

Los sellos que garantizan buenas prácticas, comercio justo, etc, han mostrado no ser todo lo efectivos que el consumidor espera así que quizás una declaración como la de UNESCO permita destinar más recursos para aliviar esta situación. Además, necesitamos más educación en las regiones cacaoteras porque queremos productores preparados para negociar y que sus hijos puedan ser claves en el crecimientos de sus negocios. En este aspecto UNESCo será clave: cuando se protege un alimento como el chocolate se protegen cientos de culturas alrededor del mundo, el chocolate, siempre lo digo, es el único alimento «que hace que el mundo nos parezca más pequeño».

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