El hombre comparte el planeta con el resto de seres vivos, y en la medida en que somos capaces de cambiar la mentalidad en nuestro afán consumista de espacios y materiales, podremos mantener la biodiversidad, de la que somos parte.
Esta biodiversidad permite la regeneración de los ecosistemas y la posibilidad de seguir manteniendo el planeta como un espacio apto para la vida. El estudio “La economía de los ecosistemas y la biodiversidad”, auspiciado por la Comisión Europea, estima que en el 2050 el coste de la pérdida de servicios ambientales derivados de la desaparición de biodiversidad podría ascender a 14 trillones de euros, el 7% del PIB mundial.
Cada vez más, administraciones, empresas privadas y ciudadanía se esfuerzan por promover la disposición de espacios que respeten, en la medida de lo posible, las circunstancias del ecosistema donde se ubican. Así, existe una Estrategia Estatal de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológica realizada por el Ministerio para la Transición Ecológica donde se establece el marco para la convivencia de la naturaleza y las actividades humanas.
Las infraestructuras verdes o de soporte biológico son aquellas cuyo cometido específico es conservar y potenciar la biodiversidad en el ámbito natural o urbano. La Comisión Europea las considera herramientas eficaces que aportan beneficios ecológicos, económicos y sociales mediante soluciones naturales basadas en los principios de conectividad, multifuncionalidad y resiliencia, ofreciendo opciones rentables de forma general en cuanto a la mitigación y adaptación al cambio climático, así como a la gestión del riesgo de catástrofes. Asimismo, su papel fundamental en la conservación y mejora del patrimonio natural está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en particular el número 15 relacionado con el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y la diversidad biológica.
Los ecosistemas como ríos, lagos o humedales son los que más han empeorado su estado de conservación, perdiendo gran parte de la capacidad de darnos servicios y protegernos ante eventos extremos. Por ejemplo, las aves comunes a su alrededor han disminuido sus poblaciones alrededor del 45%, en las últimas dos décadas. Ante esta situación, muchas empresas se han comprometido en la lucha contra el cambio climático y en favor de la protección del patrimonio natural.
Así, se ha firmado recientemente un acuerdo por más de 150 empresas para fomentar un futuro desarrollo económico sostenible. En esta declaración (‘Green Recovery Alliance’), dirigida a gobiernos y líderes políticos de todo el mundo, solicitan que la reconstrucción económica para superar la actual crisis se lleve a cabo en base a planes ecológicos sostenibles con el objetivo de relanzar una economía cero en carbono y limitar el calentamiento global del planeta en un máximo de 1,5ºC en el año 2030.