Un equipo de investigador pertenecientes al Hospital Universitario de Düsseldorf ha logrado un nuevo avance en la lucha contra las enfermedades, al ser capaces de desarrollar órganos humanos, en su versión más mini, pero 100% funcionales.
En este caso han sido unos ojos que son capaces de detectar la luz y mandar señales a un cerebro primitivo, y ha sido gracias al estudio con células madre pluripotentes inducidas (iPSC), que son capaces de generar cualquier tipo de tejido, y se empezó a trabajar con ellas hace menos de 15 años.
Estas células denominadas iPSC, por su nombre en inglés, se están aplicando al estudio de enfermedades genéticas humanas, en medicina regenerativa y en investigación básica. Provienen de células de la piel extraídas de donantes adultos, lo que evita discrepancias por el posible uso de embriones, y tras colocarlas en un cultivo que imita el entorno de un cerebro en desarrollo, se obtiene un minicerebro con el que los investigadores pueden trabajar los efectos de las drogas, enfermedades, mutaciones o enfermedades genéticas.
«Nuestro trabajo destaca la notable capacidad de los organoides cerebrales para generar estructuras sensoriales primitivas que son sensibles a la luz y albergan tipos de células similares a las que se encuentran en el cuerpo», dice el autor principal del estudio, Jay Gopalakrishnan, del Hospital Universitario DüSseldorf.
«Estos organoides pueden ayudar a estudiar las interacciones cerebro-ojo durante el desarrollo embrionario, modelar los trastornos congénitos de la retina y generar tipos de células retinianas específicas del paciente para realizar pruebas de fármacos personalizadas y terapias de trasplante», aclara el experto, en su estudio recogido en la revista Cell Stem Cell.
«Se pueden desarrollar organoides cerebrales que contienen vesículas ópticas que muestran tipos de células neuronales altamente especializadas, allanando el camino para generar organoides personalizados y láminas epiteliales de pigmento retiniano para trasplantes», escribieron los autores.
En definitiva, fragmentos de cerebro humano o mini-cerebros pueden ser el nuevo «caldo de cultivo» donde crear órganos que no produzcan rechazo al ser transplantado, entre otras muchas posibilidades.