La tecnología y la medicina van cada día más de la mano. Es uno de los campos que más beneficiado se ha visto con el desarrollo tecnológico. Poco a poco, en los hospitales y ambulatorios, se han ido instaurando nuevas formas de trabajar como la telemedicina, que se basa en atender a pacientes a través de videollamadas; el uso del Big Data para mantenerse siempre informados sobre las investigaciones en sus campos; las apps, que las hay de todos tipo o los procedimientos robóticos; ayudan a tener más precisión en las operaciones complicadas.
Dentro de los avances médicos que están relacionados con el uso de nuevas tecnologías, cabe destacar las impresoras 3D. Gracias a este invento se pueden crear prótesis muchísimo más económicas y en mucho menos tiempo. Ya se ha comprobado que son muy resistentes y además son personalizables. Un gran avance para todas aquellas personas que tengan una discapacidad relacionada con la falta de miembros y no dispongan de medios suficientes para poder financiarse una prótesis convencional.
A raíz de la implantación de esta fórmula para crear prótesis han ido surgiendo proyectos solidarios para ayudar a personas con algún tipo de discapacidad motriz. En Autofabricantes elaboraron talleres llamados Supergiz, en los que reunieron a niños y niñas con discapacidades en los miembros superiores del cuerpo y a especialistas en movilidad. Así, comenzaron a crear piezas para usos muy específicos que se colocan en una base. Los niños decidían para qué iban a servir sus gadgets, algunos eligieron tocar la guitarra, dibujar o subirse un pantalón. Estos gadgets son intercambiables para que puedan utilizar uno cada vez que quieran realizar una actividad concreta. Uno de los objetivos de este proyecto era que a través de las ideas que tenían los pequeños se pudieran crear las piezas para luego trasladarlas a países subdesarrollados y ayudar así a otros niños. En este video, se ve como Héctor, uno de los niños que participó en la iniciativa, obtuvo una mano nueva.
Al igual que estos niños ayudaron a otros con menos suerte, Guillermo Martínez también quiso aportar su granito de arena y fundó la ONG Ayúdame3D. Este ingeniero se ha dedicado a crear prótesis 3D por más de 35 países del mundo. Este proyecto empezó solo con una impresora y un viaje a Kenia. El éxito fue tal que el ingeniero decidió continuar y “entregarlos de forma gratuita a todas las personas que lo necesitasen. Ahí nació Ayúdame 3D, y ahora estamos en casi 40 países de todo el mundo, entregando 150 brazos al año», explicó Guillermo en una entrevista con el diario Público. Ahora mismo tiene más de 65 voluntarios y han entregado ya 13.000 ayudas.
e-Nable fue una de las primeras organizaciones en comenzar a fabricar prótesis de este estilo. Hace diez años, Ivan Owen diseñó una mano biónica y compartió los archivos para que se pudieran imprimir y distribuir piezas alrededor de todo el mundo. Así, se creó e-Nable, una red global de voluntarios que utilizan la impresión 3D para ayudar a quien lo necesite.
Este tipo de tecnología no se está usando solo para crear prótesis para personas con discapacidad sino que se está empezando a utilizar también para ayudar a nuestras mascotas. Es muy habitual que nuestros amigos peludos, según van cumpliendo años comiencen a tener problemas de movilidad y al final haya que sacrificarlos. Una de las primeras iniciativas la creó Alejandro Colli, un jóven estudiante de ingeniería de 18 años que comenzó a hacer prótesis para perros con miembros amputados en Argentina. El joven las regala para poder mejorar la vida de los animales