Con la llegada de la tan ansiada nueva normalidad después de dos meses de confinamiento domiciliario han aparecido también nuevas normas de conducta. Desde luego estas medidas han venido acompañadas de una gran controversia y un fuerte debate entre partidos políticos. Finalmente, todas las Comunidades Autónomas, exceptuando las Islas Canarias, han declarado como obligatorio el uso de la mascarilla. Lo que parece ser una buena solución para derrotar a la Covid-19 no lo es tanto para el cambio climático.
Son muchas las autoridades que han alertado sobre el impacto ecológico que van a tener los restos del material preventivo. La composición plástica de las mascarillas quirúrgicas hacen que sea un producto con una difícil capacidad para degradarse en un medio natural. Se calcula que una sola tardaría en descomponerse unos 400 años.
Varios grupos ecologistas han salido ya a reivindicar la importancia de la correcta disposición en los puntos indicados. Greenpeace España ya ha advertido que la pandemia tendrá consecuencias a nivel medio ambiental. “La cuarentena finalizará y la atmósfera estará más limpia, pero nuestros mares habrán empeorado. De seguir este ritmo se prevé que en 30 años la cantidad de basura marítima superará al número de criaturas oceánicas, con terribles consecuencias para la biodiversidad”, así lo explicó Tatiana Nuño, responsable de cambio climático de Greenpeace España.
El conocido grupo ecologista no ha sido el único en dar la voz de alarma, SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes ha emprendido una campaña llamada Proyecto Libera con el objetivo de concienciar a la sociedad de la importancia de hacer una correcta gestión de los restos de la mascarilla. Se calcula que solo en España se utilizarán unos 700 millones de mascarillas al mes lo que al cabo de un año generaría una cantidad ingente de residuos.
El coordinador del proyecto BirdLife Miguel Muñoz recuerda en declaraciones a Efe que «antes de que tuviéramos el coronavirus ya generábamos plásticos de un solo uso en un modelo insostenible y las mascarillas y guantes no vienen sino a agravar esta situación».
Se ha vuelto una estampa habitual el ver mascarillas usadas por el suelo de las ciudades, en parques o playas lo que supone una total irresponsabilidad tanto cívica como con el medio ambiente. Al tener un alto porcentaje de plástico son muchas las personas que entienden que han de depositarse en el contenedor amarillo, pero han de depositarse siempre en el de restos.
“Su correcto reciclaje es la vía más fácil y mejor a corto plazo para evitar que se conviertan en un problema irreversible para el entorno y para la fauna que habita en él», asegura Sara Güemes, coordinadora del Proyecto Libera en Ecoembes.