El cambio climático es una de las prioridades a combatir por la mayoría de los gobiernos mundial. Lugares donde ya es difícil mitigar el calor en la época de verano subirán todavía más las temperaturas en las próximas décadas. Para adaptarse a este cambio ya hay ciudades que están haciendo reformas en sus calles. Un ejemplo de esto es la capital andaluza que el año que viene tendrá un microclima en una de sus avenidas.
La isla de la Cartuja en Sevilla tendrá una avenida adaptada al cambio climática con una zona atemperada. Esta calle gozara del privilegio de no superar los 25 grados y se recuperará un espacio poco utilizado de la isla. El proyecto se llama Cartuja Qanat y comenzará este año con la obra para que una nueva plaza y el edificio puedan inaugurarse dentro de un año, según ha informado el Diario de Sevilla.
El proyecto se presentó el pasado martes en el recinto del Parque Científico Tecnológico Cartuja. Este es un laboratorio urbano en el que se investiga para poner a Sevilla a la cabeza en la lucha contra el cambio climático y la mejora de la habitabilidad.
Cómo funciona Qanat
Cartuja Qanat será una galería subterránea que capta agua y la transporta. El sistema pretende reducir la temperatura de las superficies y del aire usando tecnología de enfriamiento a través de sumideros medioambientales. Es un sistema natural de enfriamiento en que se producirá agua fría y la almacenará en qanats durante las noches para lograr aire fresco y enfriar las superficies.
La intención es trasladar posteriormente esta tecnología a otros lugares de la ciudad como la avenida de la Cruz Roja donde se probara este microclima en una para de autobús escolar. También se instaurara este tipo de climatización en el colegio Arias Montano.
Cartuja Qanat esta confinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional a través de la Iniciativa Urban Innovative Action. El proyetco esta liderado por el Ayuntamiento de Sevilla junto a seis socios: : Emasesa, la Gerencia de Urbanismo, el PCT Cartuja, la Universidad de Sevilla, el Instituto Eduardo Torroja del CSIC y la Fundación Innovarcilla.